Las alergias también afectan a nuestra salud bucodental

No es A Coruña el lugar de España al que más prisa se dé por llegar el verano, por lo que, mientras por estas fechas en algunos puntos del país sienten tener ya pie y medio en la estación del año favorita de muchos, por aquí seguimos disfrutando de unas temperaturas más amables y propias aún de la primavera. Eso sí, este momento de paso de una estación a otra, y el cambio de tantos hábitos -la presencia de aires acondicionados, el cambio de armario, el adiós al edredón- es traicionero para los resfriados, como lo son también las alergias primaverales. Y nuestra salud bucodental queda en jaque.

Dos de los efectos más popularmente conocidos de las alergias son el dolor de dientes y la sequedad bucal, pues la continua repetición de un estornudo por otro termina por fatigar a nuestra boca. Pero es algo que va más allá, y por lo que comprenderás que vale la pena estar alerta para evitar que nada nos fastidie uno de los momentos más especiales del año, especialmente ahora que van poco a poco levantándose las restricciones de carácter más social y pasamos más tiempo en la calle. Salud bucal, salud general.

Dolor dental

El dolor sinusal es más común que aparezca si no somos muy rigurosos con nuestros cepillados dentales, tanto en cantidad como en calidad, contribuyendo a acentuar una sensación tan molesta, entre otras, como la irritación de garganta. Lo sentimos especialmente cuando estamos luchando contra el polen, pues la mayor cantidad de moco que acumulamos hace presión y terminamos por sentir mayor sensibilidad dental a los alimentos fríos y calientes, así como sentimos que no agarramos bien los cuerpos que entran en nuestra boca.

Sequedad bucal

Cómo no, cuando padecemos congestión nasal como síntoma de la alergia, respiramos menos por la nariz y lo hacemos más por la boca, haciendo que entre y salga constantemente aire de nuestra boca, secando cuanto encuentra a su paso.

Además, solemos cometer el error de abusar o recurrir en exceso a los antihistamínicos, cuyo consumo no hace sino aumentar la sequedad bucal en primera instancia, pero puede venir posteriormente acompañado de aparición de caries, unas encías más débiles y halitosis.

De esta manera, quedando una boca seca y sin saliva, que elimina las bacterias nocivas, nuestra boca se vuelve altamente vulnerable para que estas se multipliquen.

Cómo evitarlo

Lo primero, aumenta y por mucho el consumo de agua, bebiendo sin esperar a tener sed sin necesidad de que estemos en esos días más calurosos del año en que tanto asalta esta recomendación. El consumo de agua compensará la natural falta de saliva, ayudándonos a estar protegidos de bacterias que deseen provocarnos caries o gingivitis.

Como ante multitud de problemas, otra de las soluciones es aumentar nuestra higiene bucodental, haciéndola más exhaustiva por medio del empleo de colutorio e hilo dental. A mayor vulnerabilidad, mayor protección.

Otros remedios de índole más casera pasan por hacer gárgaras con la ingesta de un vaso de agua con sal, que ayuda a eliminar mucosa y reabrir la nariz, usar purificador de aire en casa si disponemos de uno, secar la ropa en secadora para que no entre en contacto con alérgenos al aire libre y ser estrictos con nuestros horarios de descanso.

Por supuesto, consulta a tu dentista siempre que lo estimes oportuno y haz que coincida en esta época una de tus revisiones periódicas.

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